Es necesario que practiques lo que se llama escucha activa, que es una habilidad menos común de lo que se piensa.
Hoy en día, en la cultura de la prisa y del estrés, es difícil encontrar a alguien que sepa escuchar de verdad, con serenidad, dándole el tiempo necesario a la otra persona para que exprese lo que quiere decir, sin interrumpirle, sin presionarle para que diga rápidamente lo que sea.
Asimismo, para comprender cuáles son las necesidades de tu interlocutor, es imprescindible percibir, no solo lo que está diciendo directamente, sino también los sentimientos y las ideas que subyacen en su discurso.
Pero, además, nunca debes dar nada por supuesto; una vez que la otra persona haya terminado de exponer su opinión, es necesario que preguntes de forma educada a tu interlocutor para asegurarte de que has comprendido bien lo que ha expresado.
Si logras crear una buena retroalimentación con tu cliente, proveedor, jefe, colega, etc. y comprendes bien sus necesidades o lo que demanda de ti, será muy fácil establecer una relación de colaboración mutua.
La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo. William Shakespeare