Dice el refrán que “es de bien nacidos ser agradecido”, lo que no dice es que, además de ser positiva para los que nos rodean, la gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos bien con nosotros mismos y así mismo el aspecto de nuestro carácter más fuertemente asociado a la satisfacción vital. La gratitud nos puede ayudar a superar los traumas y el estrés, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a disolver las emociones negativas.
La mayor expresión de gratitud es el altruismo: hacer el bien sin esperar nada a cambio. Numerosos estudios han demostrado que la solidaridad está directamente relacionada con el bienestar, la salud, y la longevidad. Los actos de bondad hacen que nos sintamos bien con nosotros mismos y las emociones positivas que generamos hacen que tengamos una mayor capacidad de recuperación psicológica y física. Por ello, el voluntariado es una de las actividades más saludables que pueden realizar las personas mayores.